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Hidrolatos y aguas florales
Los hidrolatos —también llamados aguas florales o aguas aromáticas— son el alma líquida de las plantas. Se obtienen como parte del proceso de destilación al vapor de los aceites esenciales, y contienen moléculas aromáticas solubles en agua que conservan las propiedades terapéuticas de las plantas, pero en una forma mucho más delicada y segura. Son ideales para el rostro, el cuerpo, el cabello y también para usos emocionales en aromaterapia sutil.
Hidrolatos: la forma más suave del poder vegetal
Los hidrolatos —también conocidos como aguas florales o aromáticas— son el alma líquida de las plantas. Se obtienen durante la destilación al vapor de los aceites esenciales y conservan sus propiedades terapéuticas en una versión más suave, acuosa y perfectamente tolerable incluso para pieles sensibles o reactivas. En cosmética natural, se utilizan como tónicos faciales, ingredientes acuosos en cosmética DIY, nieblas refrescantes y en tratamientos energéticos de aromaterapia sutil.
Cada hidrolato tiene una personalidad única. El de rosa damascena hidrata, tonifica y regenera la piel madura o seca con un aroma que envuelve y reconforta. El de lavanda calma, purifica y ayuda a la piel a recuperarse del sol o de pequeñas irritaciones. El hidrolato de azahar (neroli) ilumina y equilibra la piel apagada o con manchas, aportando además una sensación de bienestar emocional. Si buscas suavizar pieles delicadas —ya sean de adultos, niños o bebés— el hidrolato de manzanilla es una caricia líquida que alivia y reconforta. El de romero es el preferido para regular el exceso de grasa tanto en piel como en cuero cabelludo, mientras que el de hamamelis astringe, descongestiona y es ideal para pieles con poros dilatados, rosácea o cuperosis.
¿Para qué sirven los hidrolatos?
Los hidrolatos tienen usos variados tanto en cuidado personal como en aromaterapia. Se utilizan como tónicos faciales naturales, aplicados directamente sobre la piel para equilibrar el pH, cerrar poros, refrescar y preparar la piel para recibir otros tratamientos. También son aliados ideales para calmar la piel después del sol, del afeitado o de una depilación, gracias a su acción antiinflamatoria y regeneradora. En el cuidado capilar, los hidrolatos como el de romero estimulan el cuero cabelludo y fortalecen el cabello desde la raíz.
Además, son perfectos para formular cosmética natural DIY, ya que constituyen la fase acuosa de cremas, lociones y mascarillas, aportando propiedades terapéuticas sin necesidad de aditivos artificiales. En el ámbito emocional, pueden emplearse como brumas energéticas o ambientales, purificando espacios o armonizando el estado anímico, especialmente con hidrolatos como el de azahar, lavanda o salvia. También resultan útiles para refrescar la piel durante el día, especialmente en épocas de calor o cuando se necesita una pausa de bienestar instantáneo.
Gracias a su seguridad y suavidad, incluso pueden aplicarse en bebés o pieles extremadamente sensibles, como las afectadas por dermatitis o irritaciones.